miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un trabajo baldío.


¿Qué perseguimos con nuestro trabajo? En esta entrada se analizan como las habilidades profesionales pueden ser puestas al servicio de un fin repulsivo, o al servicio de un fin loable. Y no es cuestión de entrar en críticas a sistemas religiosos de nuestro país. Simplemente se trata de si nuestro esfuerzo vale la pena.


Un primer texto de la Biblia. Isaías vivió en el siglo VIII antes de Cristo en el reino del sur, en Judá, cuando ya Israel se había escindido en dos. Durante su vida se produjo la invasión del reino del norte, Israel, por la potencia del momento, Asiria. En el mundo evangélico es conocido como el evangelista del Antiguo Testamento por las muchísimas referencias y profecías que anunció referentes al Mesías que había de venir, Jesucristo.
Isaías 44: 9-20.
Los formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.
Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?. He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y serán avergonzados a una.
El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú.
No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. No discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir: Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?.De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?.


El libro de Éxodo fue escrito por el famoso Moisés, el de las tablas con los diez mandamientos. Narra la travesía del pueblo de Israel por el desierto después de haber salido de Egipto (recordemos las diez plagas y el paso por el mar Rojo que se abrió). Dios mandó a este gran legislador la construcción de un templo en el que encontrarse con él y guiar al pueblo en ese viaje. Más que un templo, se trataba de una tienda de campaña desmontable, con utensilios y muebles para la práctica de sacrificios.
Éxodo 31: 1-11.
Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor.
Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado; el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre ella, y todos los utensilios del tabernáculo, la mesa y sus utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso, el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base, los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio, el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado.


Comentario.

Más allá de las implicaciones espirituales que cada párrafo implica (ver por ejemplo los diez mandamientos en relación con el apunte que hace Isaías), ¿hasta qué punto nuestro trabajo es provechoso, tiene una utilidad?. Debemos partir del dictamen que Dios mismo da o deja entrever en estas citas bíblicas, que la fabricación de estatuas para uso religioso es vano y corrupto, y que la construcción de ese templo en concreto es una tarea encomiable.

En el primer párrafo de Isaías, Dios ya da un diagnóstico de esos trabajadores, que puede plasmarse en los siguientes puntos:
  • El que se dedica a tareas vanas es considerado un inútil (esta traducción de la Biblia lo califica como que "todos ellos son vanidad").
  • La mejor tarea que sale de sus manos no tiene valor. Nadie puede negar el costo material que esas imágenes poseen, ni su precio artístico, sino que la acusación de Dios hace referencia a como se concede a las estatuas un valor espiritual o religioso que no tienen, simplemente por tratarse de elementos materiales a los cuáles Dios no ha dado vida (ver Gn 2: 7 y II Tm 3: 16).
  • Al final, su falta de prudencia y sentido común se desenmascaran y no les queda más remedio que sufrir vergüenza. Han puesto todo su saber y profesionalidad, su buen saber de las técnicas más modernas en una tarea esteéril.
Después de esta introducción que denuncia la calidad de estos trabajadores y de su trabajo, Dios se dedica a explicar de manera muy gráfica el porqué de esas acusaciones.
Estos trabajadores tampoco se dan cuenta de las implicaciones que conlleva su trabajo. La humillación de servirse de materiales y recursos de la naturaleza para hacer de ellos algo que satisfaga sus necesidades espirituales e intelectuales. Han estado usando sus conocimientos profesionales para una tarea baldía que no agrada a Dios.

El segundo párrafo, el de Éxodo, recoge un concepto que muchas personas hemos olvidado: Dios da capacidades y habilidades a cada persona. Es nuestra responsabilidad hacer un buen uso de ellas. En el caso que nos ocupa, se trata de la buena obra de la construcción de un templo en el que Dios se va a encontrar con su pueblo. Es de suponer que Bezaleel y Aholiab, junto con su equipo de artesanos, emplearon sus habilidades y capacidades, prudencia y sentido común en esa tarea de la que fueron encargados.


Conclusión.

Nuestro trabajo debe tener un objetivo claro y una utilidad válida. Nos podemos ver inmersos en una actividad profesional que jamás llega a apaciguar la sed intelectual, emocional y espiritual propias del ser humano, lo que llamamos la realización personal. El llamamiento que hace el que nos ha creado es a pararnos y considerar detenidamente lo que estamos haciendo para no caer en la triste indignidad de "Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?".

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Apéndice apologético.

Debemos desterrar el concepto que tenemos acerca de la adoración de ídolos que los antiguos tenían. Formaban parte de su espiritualidad, y les era necesaria una representación visual de lo que era ese dios. Remarcaba el carácter del dios en concreto. Así, había un dios para los viajes, con su icono correspondiente que recuerda la protección de los viajeros, un dios que velaba por el fruto de la agricultura que podía tener la forma o semejanza de un árbol frutal, ... y así muchos. El ser que se revela en la Biblia no tiene representación ninguna al tratarse de algo tan trascendente que no hay palabras ni imágenes para describirlo.
Éxodo 20: 22, 23. Y Jehová dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.
Deuteronomio 4: 15-19.Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, figura de animal alguno que está en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, figura de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra. No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos.


Se podría pensar que estos dioses eran utilizados como intercesores ante dioses superiores. Y en esto la Biblia también apunta su inutilidad, pues hay un único intermediario. Los patronos, vírgenes y cristos locales quedan, por tanto, sin facultad ninguna delante de Dios.
I Timoteo 2: 5-7.Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo. Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles (o paganos) en fe y verdad.


La vida de un pagano, en el sentido de muchos dioses que rigen los destinos de las personas, era una auténtica esclavitud. Desde que se levantaba de la cama, debía hacerlo de una manera determinada para no ofender a ese lar, a ese dios hogareño; la preparación de la comida exigía ciertos ingredientes y la abstención de otros, además cocinados en tal y tal fuego; salir por la puerta de casa era otra odisea, apaciguando al dios hogareño por haber salido fuera de su protección y acogerse a otros que lo guiaban por las calles, cuando no se encontraba con algún templecillo en su camino; y así otras muchas regulaciones que mantienen al ser humano esclavo de sus creencias. Esto puede apreciarse, en un volumen mucho reducido, en las actuales oraciones y rezos que deben hacerse a santos y vírgenes en nuestro país.


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