jueves, 16 de enero de 2014

¡Disfrutar del trabajo!!!.


El disfrute del trabajo es un bien poco considerado y raro de encontrar.





¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?. Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.


El Predicador (en nuestros días, diríamos el conferenciante) enfatiza la dimensión espiritual del ser humano y de todo lo que realiza. También enlaza las tareas y la vida cotidiana con esa trascendencia que todo ser humano posee. ¿Es posible que el trabajo sea algo mundano o inferior a lo espiritual?.

Cuando se conectan las actividades diarias con la trascendencia de Dios, el resultado es que tenemos un plan perfecto para que el hombre se desarrolle y que Dios pueda ser reconocido como un ingeniero perfecto.

  • Dios ha dispuesto el mundo que vivimos para que el ser humano no esté inactivo. Tenemos un mundo creado por Dios en el que no podemos, no queremos ni sabemos estar parados.
  • El fin de las tareas en que nos ocupamos debe ser algo bueno. Al menos, ese es el objetivo de Dios cuando diseñó la creación.
  • Además, esas actividades deberían satisfacer el ser interior del hombre, lo que en nuestros días llamamos la realización personal. No hay que confundirlo con la paz interior que solamente puede dar.
  • El fruto de la actividad de cada ser humano debería repercutir en el propio trabajador. Debe “gozar el bien de toda su labor”. Cuando no es así, se corrompe el plan de Dios y se produce una separación entre el hombre y la actividad que realiza.



PRECAUCIONES.

Lo que se apunta más arriba no debe dar lugar a ser negligente con otras áreas de la vida que deben ocupar legítimamente nuestras fuerzas e intereses. La referencia se hace para que el matrimonio siga fortaleciéndose cada día y para que nuestros hijos vean en nosotros un modelo equilibrado, para que nuestra relación con Dios no se vea perjudicada, para que la amistad con otras personas no sufra, y otras relaciones y actividades.






Me levanto, trabajo hasta tarde y salgo a las 10 de la noche con un humor de perros.



APÉNDICE.

El Eclesiastés es uno de los libros poéticos de la Biblia.


Es el libro del kohelet, probablemente derivado de la palabra kahalque tiene sentido de comunidad, asamblea.
Eclesiastés enfrenta el problema de la existencia y su sentido fundamental. El autor, mediante una dura crítica de la realidad vivida, descubre la necedad y frustración de la existencia humana que sólo puede resolverse en su conclusión final mirando a Dios.


(Trasfondo del Antiguo Testamento, 10.5.5 Eclesiastés).


La expresión que más llama la atención es la de “vanidad de vanidades, todo es vanidad”, haciendo referencia a todo lo que se realiza y ocurre “bajo el sol”. Cuando solamente se mira lo que está a la vista, con las expectativas puestas en esta vida, solamente queda un sentimiento de vacío, de vanidad de vanidades.

El autor pone las cosas en su perspectiva adecuada cuando en el capítulo 12 empieza a mirar desde el punto de vista de la eternidad. Se da cuenta de lo valioso que es lo que se realiza y ocurre en la “bajo el sol” cuando se conecta con la trascendencia divina.




Eclesiastés 12: 9-14.


Además de ser sabio, el Maestro impartió conocimientos a la gente. Ponderó, investigó y ordenó muchísimos proverbios. Procuró también hallar las palabras más adecuadas y escribirlas con honradez y veracidad.

Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos bien puestos son sus colecciones de dichos, dados por un solo pastor. Además de ellas, hijo mío, ten presente que el hacer muchos libros es algo interminable y que el mucho leer causa fatiga. El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto.






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