martes, 18 de febrero de 2014

El salmo 23 en el mundo laboral (6/7).

El salmo 23, versículo 5. Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar.
El mercado de trabajo es un ambiente duro. La política de la mayoría de los negocios parece ser “dispara primero, o te disparan a ti”; recorta por aquí si tienes que hacerlo – simplemente procura que no te cojan; el beneficio a corto plazo importa más que la gente. En un entorno de supervivencia, como son muchos de los negocios hoy día, hay que aplicar la ley de la selva.
Rápidamente nuestros competidores se convierten en nuestros enemigos y podemos pasarlo mal. Cuando “se adereza la mesa”, nada debe precipitarse, sino que todo se prepara como una pacífica ocasión de compañía con una comida. Como propietario de un negocio, no necesito preocuparme por lo que mis competidores hacen, más bien debo concentrarme en lo que Dios quiere que yo haga y disfrutar de su provisión. Así, puedo preparar la única forma en la que Dios quiere que yo provea para mis clientes, mientras Él me ayuda a desarrollar mi modelo de negocio.
La imagen del aceite, describe el papel del Espíritu Santo en mis tareas laborales. Antes que nada, el Espíritu Santo me unge para mi tarea como sacerdote y rey en la compañía. Un sacerdote representa a la gente (mis empleados, colaboradores) delante de Dios y a Dios delante de la gente. Un rey lleva a cabo tareas operativas, liderando, decidiendo y juzgando. Como cristiano en los negocios, estoy ungido para el trabajo con la aprobación de Dios y su comisionado.
El Espíritu también rebosa diariamente mientras experimento su unción en mis tareas diarias.
Traducido de Peter Briscoe’s Space.

Definiciones.
Hay una palabra que no se usa en la actualidad, “ungir”. Se incluyen la definición dada por la RAE edición 22ª y del Glosario Holman de Términos Bíblicos .


ungir.


(Del lat. ungĕre).


1. tr. Aplicar a algo aceite u otra materia pingüe, extendiéndola superficialmente.
2. tr. Signar con óleo sagrado a alguien, para denotar el carácter de su dignidad, o para la recepción de un sacramento.
3. tr. Hond. Elegir a alguien para un puesto o para un cargo.


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ungir.


Los griegos usaban dos palabras diferentes para ungir aleifō y jriō Aleifō generalmente se usaba en la literatura griega para describir un “ungüento medicinal”. Y jriō se usaba para describir una "unción sacramental". Esta distinción todavía se usa en el griego moderno, aleifō significa untar o desparramar y jriō significa ungir.

La definición medicinal de ungir (aleifō) tiene importancia histórica. Tanto
los egipcios como los sirios ungían a las personas por razones medicinales. Entre los griegos se usaba el aceite y el perfume para ungir a las personas enfermas. En el Nuevo Testamento se recomienda a los ancianos de la iglesia local que unjan a los enfermos y oren por sanidad cuando se lo soliciten (Santiago 5: 1-16). El ungir con aceite era parte del ministerio de sanidad de los apóstoles (Marcos 6: 1-13). Además, en dos ocasiones sendas mujeres ungieron a Jesus con perfume con un aceite especial (Lucas 7: 38, Juan 12: 3).

La descripción sacramental de ungir (jriō) se ve claramente en el Nuevo Testamento donde Jesús se manifiesta cumpliendo las tres funciones: profeta, sacerdote y rey. Es por sobre todo el Ungido de Dios, el Mesías; Mesías significa "el ungido' y deriva directamente de la palabra hebrea para ungido, y Cristo es el mismo título pero deriva de la palabra griega jriō. Un rey es ungido físicamente, con aceite o con una corona, pero el Mesías es ungido espiritualmente (Sal 2: 2, Dan 9: 26). El es ungido por y a través del Espíritu Santo (Luc 4: 1-19, comparar Isa 61: 1). Jesús de Nazaret era efectivamente el Ungido (el Mesías) de la profecía del Antiguo Testamento. La unción del Espíritu Santo y los milagros que hizo lo demuestran (Juan 1: 3-51, Lucas 4: 3-37).

Como cristianos llenos del Espíritu Santo estamos unidos al Ungido y compartimos la unción de Jesús (II Corintios 1: 2-22). Por lo tanto, como el Espíritu vive en nosotros conocemos la diferencia entre la verdad y la mentira. Cristo, el Ungido, nos da todo lo que necesitamos saber para resistir las tentaciones de los falsos maestros y para vivir vidas consagradas en este mundo (I Juan 2:20, 27)


Glosario Holman de Términos Bíblicos.
Eugene E. Carpenter y Philip W. Comfort


Distintas traducciones desde el original hebreo del Salmo 23.

Reina Valera 1960
Nueva Versión Internacional
Nueva Traducción Viviente.
1 Jehová es mi pastor; nada me faltará. 1 El Señor es mi *pastor, nada me falta; 1 El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. 2 en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
2 En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos.
3 Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. 3 me infunde nuevas *fuerzas.
Me guía por sendas de *justicia por amor a su *nombre.
3 Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. 4 Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta. 4 Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. 5 Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. 5 Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días. 6 La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre. 6 Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por siempre.


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