viernes, 28 de marzo de 2014

Un buen jefe, un buen empleado.



Las relaciones entre subordinados y superiores afectan decisivamente a la producción y a la imagen delante del cliente. Además, suelen ser uno de los asuntos más espinosos en las organizaciones.


Una buena relación es una gran motivación dentro del entorno laboral.


Cuando el ambiente es cordial, los beneficios llegan a toda la estructura y pueden llegar a ser determinantes:
  • La comunicación es fluida. No se producen malentendidos intencionados. Las órdenes son comprensibles.
  • Los plazos de fabricación son razonables. La empatía hacia el trabajo del otro es clara y no se fuerza la maquinaria. Y cuando es necesario, el personal está dispuesto a hacer un apretón y sacar el proyecto adelante.
  • El producto o servicio ofrecido mejora su calidad.
  • La sensación de equipo se hace evidente. Unos trabajan para otros, y otros para uno. Hay reciprocidad.
  • El cliente y los proveedores van a apreciar a la empresa. La compañía adquiere prestigio y es bien considerada.

Sin embargo, hay ciertos peligros ante los cuales conviene estar prevenidos.
  • En ningún momento se debe permitir una camaradería que equivoque los papeles de cada uno. Tanto el superior como el subordinado han de mantenerse en su posición y tomar las decisiones que corresponden a su área de responsabilidad.
  • La incorporación de nuevas personas a la organización va a requerir un ajuste. La prudencia y la sabiduría priman.
  • La inercia juega en contra. Si este ambiente no se alimenta acabará deteriorándose. Es necesario trabajarlo cada día con pequeños esfuerzos y renuncias que conllevan recompensas a medio y largo plazo.


Un ejemplo de la Biblia.

Este librito de Rut fue escrito en una época oscura de la historia de Israel. Hacia el 1150AC Rut acompañó a su suegra Noemí desde las tierras de Moab a Belén, el pueblo natal de Noemí. Allí estuvo trabajando en lo que hoy llamaríamos la “rebusca” en los campos. Uno de esos campos pertenecía a Booz, bisabuelo del rey David.


Escrituras Online (Libros históricos. Tarea 03, pregunta 01 http://www.escriturasonline.net/


Se dice que Goethe llamó a esta pieza de literatura anónima pero sin paralelos en excelencia “la obra más hermosa y completa escrita a pequeña escala”. Lo que Venus es a las estatuas y la Mona Lisa es a las pinturas, Rut es a la literatura.



Referente a la relación entre jefes y empleados:


Rut 2: 1-16.


Noemí tenía, por parte de su esposo, un pariente que se llamaba Booz. Era un hombre rico e influyente de la familia de Elimélec.

Y sucedió que Rut la moabita le dijo a Noemí:

—Permíteme ir al campo a recoger las espigas que vaya dejando alguien a quien yo le caiga bien.

—Anda, hija mía —le respondió su suegra.

Rut salió y comenzó a recoger espigas en el campo, detrás de los segadores. Y dio la casualidad de que el campo donde estaba trabajando pertenecía a Booz, el pariente de Elimélec.

En eso llegó Booz desde Belén y saludó a los segadores:

—¡Que el Señor esté con vosotros!

—¡Que el Señor te bendiga! —respondieron ellos.

—¿De quién es esa joven? —preguntó Booz al capataz de sus segadores.

—Es una joven moabita que volvió de la tierra de Moab con Noemí —le contestó el capataz—. Ella me rogó que la dejara recoger espigas de entre las gavillas, detrás de los segadores. No ha dejado de trabajar desde esta mañana que entró en el campo, hasta ahora que ha venido a descansar un rato en el cobertizo.

Entonces Booz le dijo a Rut:

—Escucha, hija mía. No vayas a recoger espigas a otro campo, ni te alejes de aquí; quédate junto a mis criadas, fíjate bien en el campo donde se esté cosechando, y síguelas. Ya les ordené a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve adonde están las vasijas y bebe del agua que los criados hayan sacado.

Rut se inclinó hacia la tierra, se postró sobre su rostro y exclamó:

—¿Cómo es que te he caído tan bien a ti, hasta el punto de fijarte en mí, siendo sólo una extranjera?

—Ya me han contado —le respondió Booz— todo lo que has hecho por tu suegra desde que murió tu esposo; cómo dejaste padre y madre, y la tierra donde naciste, y viniste a vivir con un pueblo que antes no conocías. ¡Que el Señor te recompense por lo que has hecho! Que el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte, te lo pague con creces.

—¡Ojalá siga yo siendo de tu agrado, mi señor! —contestó ella—. Tú me has consolado y me has hablado con cariño, aunque ni siquiera soy como una de tus siervas.

A la hora de comer, Booz le dijo:

—Ven acá. Sírvete pan y moja tu bocado en el vinagre.

Cuando Rut se sentó con los segadores, Booz le ofreció grano tostado. Ella comió, quedó satisfecha, y hasta le sobró. Después, cuando ella se levantó a recoger espigas, él dio estas órdenes a sus criados:

—Aun cuando saque espigas de las gavillas mismas, no la hagáis pasar vergüenza. Más bien, dejad caer algunas espigas de los manojos para que ella las recoja, ¡y no la reprendáis!.


¿Qué aprendemos?.

Evidentemente, Booz era bien valorado por sus empleados, ¡qué respuesta tan afectuosa al saludo del jefe!.  Se inserta el comentario que hace Pablo Hoff en su libro “Los libros históricos”.


Pablo Hoff. Los libros históricos.

Se pone de relieve la bondad de Booz en su trato con sus empleados. Es alentador notar su fervor espiritual al saludar a los cosechadores y decir: “Jehová sea con vosotros”, y el mismo calor al responderle ellos: “Jehová te bendiga”. Booz trabajaba con ellos, se sentaba con ellos y comía con ellos. La gente significaba para él más que el dinero o una buena cosecha. Dice Ross: “Si todos los patrones fueran tan bondadosos, no habría huelgas ni los trastornos económicos que de ellas se deriva”.





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