lunes, 26 de mayo de 2014

Soportando las críticas injustas.



Ocurre en ocasiones en el entorno laboral que algunos compañeros hablan mal de otro que está haciendo las cosas bien. Se trata de un trabajador que es honesto, que cumple con las tareas con buena actitud, … y muchas más buenas cualidades. Pero hablan mal de él.

La experiencia que tengo acerca de esto es que aquellos que critican  no son tan ejemplares como el criticado. Pudiera ser que:
  • No cumplen los horarios de trabajo. Quizá entran más tarde y salen más temprano. Se las ingenian para que la ficha marque los horarios requeridos por la empres.
  • Alargan las tareas. Esto da pie a que la empresa necesite que ese trabajador eche horas extras para cumplir con los compromisos adquiridos con el cliente.
  • Utilizan más recursos de los necesarios. Ya no me estoy refiriendo a robar herramientas o cualquier otra acción de este tipo. La referencia es a un uso descuidado y negligente de la materia prima que se utiliza, produciendo una mayor cantidad de desechos.
  • La actitud hacia los superiores es siempre mala, aunque estos sean personas profesionales con todas las cualidades. El lema es “es jefe, así que hay que resistirlo”, aunque no lo merezca.
  • Crean un mal ambiente en su entorno más cercano. Grupitos, cuchicheos, escaqueos, zancadillas, …


La persona objeto de las críticas de este tipo de individuos suele llegar a la conclusión de que el móvil es la envidia, el deseo de superioridad, … Lo cierto es que estos “criticantes” ven como su propia conciencia les acusa al ver a ese otro compañero haciendo las cosas bien. ¿Defensa?, hacer caer al bueno como si fuera un mal trabajador.

Mientras tanto, la víctima puede enfrentar de varias formas la situación. Es muy fácil dejarse llevar por la indignación o por otras emociones. Y multiplicarlas. Y producir una respuesta aún más dañina que el perjuicio recibido.



¿QUÉ DICE LA BIBLIA?.

Yo mismo he experimentado esto, y además, empeorado por la vivencia de mi fe. Mi deseo es trabajar e interactuar con mis compañeros tal y como lo hubiera hecho Jesucristo en mi piel, tener su misma actitud. Y para mi sorpresa, el apóstol Pedro ya había previsto esta situación en su primera carta.

11Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, 12manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.

El deseo natural que surge es el de revolverse contra el que me está criticando. Estoy siendo objeto de una injusticia, cuando resulta que estoy haciendo las cosas bien. Hablan de mí como un malhechor. Hablan mal de lo que hago bien simplemente porque no ando en sus mismos trapicheos.

Si quiero mantener limpia mi conciencia, actuaré sabiamente y con prudencia, sin dejarme llevar por la ira. Luego, al final, estos que me criticaban tendrán que agachar la cabeza y reconocer que yo estaba haciendo lo bueno.


Eso de la visitación, se refiere al momento de la historia (que aún no ha llegado) en que Jesús ha de volver a este mundo. Esta es mi esperanza.



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