lunes, 3 de noviembre de 2014

Lamento ante una sociedad corrupta.



¡Pobre de mí!. No llegué a tiempo para la cosecha de verano ni para los rebuscos de la vendimia; no tengo un solo racimo que comer, ni un higo tierno, por el que me muero.


La gente piadosa ha sido eliminada del país, ¡ya no hay gente honrada en este mundo!. Todos tratan de matar a alguien, y unos a otros se tienden redes.


Nadie les gana en cuanto a hacer lo malo; funcionarios y jueces exigen soborno. Los magnates no hacen más que pedir, y todos complacen su codicia.




El mejor de ellos es más enmarañado que una zarza; el más recto, más torcido que un espino. Pero ya viene el día de su confusión; ¡ya se acerca el día de tu castigo anunciado por tus centinelas!.

No creas en tu prójimo, ni confíes en tus amigos; cuídate de lo que hablas con la que duerme en tus brazos.

El hijo ultraja al padre, la hija se rebela contra la madre, la nuera contra la suegra, y los enemigos de cada cual están en su propia casa.


Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor; yo espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!



Miqueas 7: 1-7. Traducción del hebreo Nueva Versión Internacional.




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