miércoles, 6 de agosto de 2014

El deseo que mata.





Hay un mal muy común entre los trabajadores. El deseo de una mejor posición, la aspiración de un sueldo mayor, la esperanza de un ascenso, … que nunca llega.




Por pereza.
Por desidia.
Por indolencia.
¡¡¡




Y muchos que lean estas palabras asentirán. Si no hay esfuerzo, no hay avance ni progreso ni mejora.

El coste del logro.

Encontramos a dos tipos de persona. Una quiere mejorar, se esfuerza y llega a la meta. Otra quiere mejorar, evalúa el coste y opta por no avanzar. La primera obtiene la satisfacción. La segunda, puede estar cómoda en su posición, o puede seguir anhelando ese progreso para el cual no quiere pagar el precio.
Vemos esto entre nuestros compañeros de trabajo. El sacrificio necesario incluye:
  • Dedicación de tiempo. Es necesario apartar tiempo de otras cosas (tareas, atribuciones, proyectos) para dedicarlo a ese nuevo objetivo.

  • Dedicación de la propia persona. La mente y la vista puestas en esa meta. Exige disciplina para no desviar la atención hacia otra actividad que al pronto pueda parecer más codiciable.

  • Dedicación de artes sociales. Va a ser necesario convencer a otras personas. Habrá tensiones, quizá malentendidos, otros puntos de vista que consensuar.

  • Dedicación de activos. Algunas herramientas utilizadas para alguna otra tarea necesaria habrán de ser reasignadas. Y es posible que tampoco sean las más idóneas.

  • Una nueva organización. Ese objetivo va a requerir un cambio en las funciones de las personas implicadas y sus relaciones.

  • Una nueva distribución. El taller, las oficinas, la maquinaria y otros elementos deberán ser redistribuidos.

  • Un cambio en el proceso. Cambiar la forma de hacer las cosas.

  • Algunos de estos cambios no van a ser agradables.


El progreso siempre requiere esfuerzo.

El perezoso no está dispuesto a pagar el precio. Pero su deseo va a estar ahí y lo irá corroyendo. Y afloran las envidias, el egoísmo, incluso trampas a otros compañeros.


El contraste.

Lo que piensan algunos perezosos acerca del que trabaja duro y ha conseguido cosas.
“Claro, es que tú tienes más tiempo libre que yo”.
“Vaya casa que tiene”.
 “Es un tonto, disfruta con su trabajo”.
“Vaya chollo, no pasa calor en verano ni frío en invierno”.
“Qué suerte le ha caído. Sale a tal hora, y yo tengo que …”.

Y el que que trabaja duro responde
“Por supuesto, me lo he ganado con el sacrificio que hice tiempo atrás, y que tú no quisiste hacer”.


“Me estoy privando de cosas para conseguirlo”.

¿Qué dice la Biblia?.

Proverbios 21: 25. La Biblia, traducción Reina-Valera 1960.

El deseo del perezoso lo mata, porque sus manos no quieren trabajar. Hay quien todo el día codicia; pero el justa da, y no detiene su mano.
El comentario Matthew Henry lo explica así:
Aquí se hace evidente la miseria del vago; sus manos rehusan trabajar en un oficio honesto, con el cual podrían conseguir un sustento honesto; pero sus corazones no cesan de codiciar riquezas, placeres, y honores, que no se consiguen sin esfuerzo. Pero el honrado e industrioso consigue que sus deseos sean satisfechos.



domingo, 3 de agosto de 2014

La economía en el matrimonio.



El dinero es una fuente de tensión en las empresas, grupos de cualquier tipo, … y en los matrimonios. La Biblia tiene mucho que decir de la administración económica dentro de la relación matrimonial.

El dinero rompe matrimonios.

El estado que Dios preconizó para el hombre y la mujer era el de una unión vital de ésta con aquél. Los elementos que Dios introdujo en la creación habían de servir para que está unión fuese perfecta.

Génesis 2: 24. La Biblia, traducción ‘Nueva Versión Internacional’.

Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer; y los dos se funden un solo ser.

La misión que Dios encomendó a la humanidad de cuidar de la creación y de relacionarse mutuamente y de relacionarse juntos con Dios era algo al alcance de la mano. Durante un tiempo disfrutaron de este estado. El jardín ayudaba a que su relación matrimonial creciera, el cuidado de los animales consolidaba su relación de pareja, el contento mutuo hacía inquebrantable su relación.
Bien sabemos que las cosas no son así desde que Adán comió la famosa “manzana” (la Biblia dice 'fruto', nunca 'manzana') y el pecado fue introducido en la naturaleza humana, en las relaciones humanas, en la relación de la humanidad con la creación, y en la creación misma.
Ahora vemos que todos, absolutamente todos los factores que inciden en la relación de pareja contribuyen a su desestabilización y destrucción. El matrimonio debe ser muy fuerte para soportar estas embestidas. Y si hay un elemento profundamente desestabilizador, este es el dinero. Cuando falta, porque falta (y esto lo saben muy bien aquellos que están en paro); cuando hay suficiente, porque se quiere más; y cuando hay abundancia de dinero, porque surgen luchas (recordemos las famosas herencias, por citar un ejemplo).
Esta entrada quiere situar el dinero como un elemento especialmente diseñado por Dios para fortalecer el matrimonio y unirlo aún más. Volver al plan original de Dios en el que todas las cosas creadas contribuían a una relación de pareja cada vez más fuerte y unida. El dinero como elemento de bendición y unificador.

Cordón de tres dobleces.

Eclesiastés 4: 12. La Biblia, traducción ‘Nueva Versión Internacional’.

Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!.

Dios confió a la humanidad la administración de la creación. Esto incluye la administración doméstica del dinero. Un hombre y una mujer forman pareja. Si el hombre y la mujer (dos hilos) fundidos en un solo ser acogen a Jesucristo (tercer hilo), esa cuerda de tres hilos es prácticamente irrompible. El dinero, como fuerza divisora número uno en todo el mundo, no podrá separar a los cónyuges.
Veamos tres métodos adoptados por las parejas para que su matrimonio sano no se rompa por causa de la administración del dinero. Y la repercusión que ejerce sobre el hombre y la mujer fundidos en un solo ser.
  1. La negación del problema.
  2. Planificar la economía doméstica para evitar el conflicto.
  3. Resolver los problemas económicos según se presenten.


Se diría que la segunda opción es la más aconsejable. Es la más fácil. Quizá nos robe lo mejor de Dios.
  • Separación de bienes. Muy de moda en la actualidad. Con cuentas separadas, sin responsabilidades financieras por el cónyuge. Solamente en casos puntuales es necesario hablar de asuntos económicos. Pero en el fondo es una forma de mantener la independencia y evitar rendir cuentas al otro. No se cumple eso que se han fundido en un solo ser.
  • Compartimentos. Algunas parejas implementan un sistema de “mío, tuyo y nuestro”. Juntos, determinan un porcentaje de dinero, y cada uno mantiene su parte separada. Este método parece más equitativo, pero la independencia uno del otro sigue ahí.
  • Asignaciones. Según las capacidades de cada cónyuge, cada uno se ocupa de ciertas áreas de la economía doméstica. Uno de las facturas, el otro de comprar, uno de las relaciones con proveedores de servicios, otro con los gastos de la escuela, … La cercanía entre los cónyuges es mayor que en los anteriores métodos. Si somos exquisitos, puede llegar a convertirse en una excusa para evitar esforzarse en trabajar juntos.
  • Infidelidad. Un paso hacia adelante es el de esforzarse en trabajar juntos en la economía doméstica. Pero, como ocurre muy, muy, muy a menudo, cada esposo tiene unos gastos ocultos y secretos para el otro. Esto es devastador para el matrimonio. La confianza, la fidelidad y la intimidad se ven seriamente atacadas. Realmente, no son un hombre y una mujer fundidos en un solo ser.


Jesús advirtió de los efectos de la división:

Marcos 3: 25. La Biblia, traducción ‘Nueva Versión Internacional’.

Y si una familia está dividida contra sí misma, esa familia no puede mantenerse en pie.



Todos nos vemos reflejados en alguno de esos cuatro perfiles. Jamás lograremos la perfección, pero sí que podemos aprender un camino que vaya más allá de un simple uso de la economía para evitar luchas. Dios nos muestra en su Palabra el método divino para hacer del dinero un aliado que una cada vez más al matrimonio.
Los problemas que subyacen bajo la apariencia de un buen matrimonio se alían con el concepto dinero para socavar la unidad matrimonial. Mientras alimentemos esas causas, muchas veces inconscientes, el dinero será un elemento de discordia.

El dinero, administrado según las formas de Dios, es un elemento que fortalece el matrimonio.

Los que están más familiarizados con la Biblia, comprenderán mejor la cita de este salmo.

Salmo 139: 23, 24. La Biblia, traducción ‘Nueva Versión Internacional’.

Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.