miércoles, 20 de noviembre de 2013

Provisión para los míos sin entrometerme en lo de los demás.

Es común encontrarse con gente aprovechada que vive a costa de los demás. Están los que no trabajan y viven de pedir, de subvenciones, de pequeños chanchullos, pequeños trabajos esporádicos, ... Y están los que tienen un trabajo estable, y que se siguen aprovechando de los demás. Es de estos últimos de los que trata esta entrada, más específicamente de los que sacan ganancia deshonesta del trabajo de los demás.

La persona responsable utiliza el trabajo como un medio para proveer para los suyos. Excluye el uso injusto y aprovechado para la obtención de ciertos beneficios que pueden perjudicar a otros.


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Un primer párrafo de la carta que escribió Pablo a los cristianos de Tesalónica, en el capítulo 3.

II Tesalonicenses 3: 10-13. Porque también cuando estábamos con vosotros con vosotros, os ordenábamos esto: si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.

El mandamiento apostólico: trabajar para comer. Estamos siempre en la suposición de que la persona tiene un empleo o lo puede adquirir.

El criterio para detectar a los que se aprovechan del trabajo de los demás:
  • Sus vidas andan desordenadas. 
    • Su vida diaria está caracterizada por el desorden. Hay falta de horarios o rutinas. La satisfacción de necesidades y deseos es imperativa sin importar lo que ocurra alrededor.
    • Su trayectoria vital no tiene un objetivo. Esto tiene que ver con una falta de sentido en sus actividades, no tiene un carácter formado que lo estabilice frente a las circunstancias de la vida y sus planes a medio y largo plazo están cambiando continuamente.

  • No trabajan en nada. Quizá sea necesario comparar esto con el que no ejerce un trabajo productivo, sino que se aprovecha de los que están a su alrededor.
    • ¿Hay cosa más triste que ver a un compañero perdiendo el tiempo en lugar de generar riqueza?. Los que se esconden detrás de la máquina, o encuentran un rinconcito escondido, o los que alargan los trabajos para cobrar horas extra, ...
    • Con tanto tiempo libre adquirido fraudulentamente, pues hay que matar el tiempo. Se entremeten en tareas que no son las suyas y aconsejan sobre tareas para las que no están cualificados, parlotean de otros compañeros, critican a los superiores, ...
    • No les queda más remedio que aparentar para quedar bien con sus responsables. Roban méritos de otros compañeros y se asignan a sí mismos los beneficios del trabajo bien hecho de otros. Una parte de esta actitud se manifiesta también en el "peloteo" y que tan mal ambiente crea en las compañías.
  • No hay que cansarse de hacer el bien. En los grandes temas, todos intuimos lo que está bien y lo que está mal. La mejor guía para saber de verdad qué está bien y qué está mal la encontramos en la Biblia.
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En el segundo párrafo, Pablo ahonda en cómo debe ser el trabajo personal.

I Tesalonicenses 4: 11, 12. Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.
  • Trabajar sosegadamente o tener tranquilidad. Otros asuntos no deben perturbar la realización de un trabajo excelente. La atención puesta en la tarea. Un problema con esto es la tensión acumulada por las relaciones dentro del departamento, o por miras demasiado altas de cualquier tipo. Estas cosas apartan nuestra atención de la actividad que llevamos a cabo.
  • Pablo dignifica el trabajo manual. Históricamente, los nobles y los acomodados no han querido mancharse las manos y se les caen los anillos. Quizá algunos de oficinas lo vean así también. Pero el apóstol pone en posición muy alta la artesanía y los trabajos de taller. Estos levantan el país. No hay que olvidar que Jesús fue carpintero, y seguramente sus manos fuesen gordas y estuviesen llenas de callos. Y Pablo mismo fue fabricante de tiendas de campaña y se ganaba la vida con este oficio mientras viajaba para anunciar el evangelio por todo el imperio romano.
  • Es un antídoto contra la delincuencia y contra una mala reputación. La gente ve que esta persona se conduce honradamente, con todas las consecuencias que ello conlleva: es confiable, su palabra tiene valor, es modelo a otros, tiene influencia benéfica sobre otros, ...El trabajo propio provee para uno mismo. No hay dependencia de otros para suplir las necesidades.
  • El buen trabajador siempre tiene más probabilidades que otro de conservar su empleo o de encontrar otro si las cosas no van bien. Eso de pedir favores no es tan usual para estas personas.


Conclusión.

Pablo nos deja algunos consejos de como debemos ver y vivir nuestros trabajos y los puntos que lo desarrollan vierten parte de mi experiencia laboral a la luz de esos prudentes consejos.
Ha sido mi intención desde hace mucho tiempo vivir de esta forma y ¡vaya si ha sido difícil en unas cuantas ocasiones!. La evaluación de mi conducta está en las manos de mis compañeros y a mi jefe.


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