Los puestos de
trabajo son los mejores escaparates para exhibir el carácter de una persona.
Nos pasamos entre 8 y 10 horas diarias conviviendo con personas y enfrentando
situaciones que jamás en ningún otro contexto familiar o social
experimentaríamos.
En mi trabajo se descubre lo que soy.
Ocho horas con personas con las cuales no somos afines o
no se comparten ciertas visiones del trabajo, de la vida o de la familia.
Cosmovisiones diferentes, trasfondos diferentes. Somos personas de distintas
“velocidades”, unas más dinámicas y otras más reflexivas. A veces, con
soluciones antagónicas para un mismo problema.
Ocho horas en medio de circunstancias agobiantes. La
recepción de un subproducto con una tara y que un compañero ha dejado pasar, no
encajar en el equipo ya constituido, una mala consideración por parte de los
superiores. En este punto recomiendo ver la antigua entrada “Tú, ¿qué harías?. Casos difíciles”.
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Mi
actitud.
Un antiguo jefe que tuve en Tecnove me dijo que en el
trabajo es donde mejor se conoce a las personas. No en vano pasamos la mayor
parte del día compartiendo tiempo, ideas y decisiones.
Demasiado tiempo juntos con la careta puesta.
Necesariamente, e inexorablemente, nuestros caracteres y
personalidades van a salir a relucir. Saltarán a la palestra para que todo el
mundo lo pueda ver. Se puede mantener una imagen en una cena con amigos,
mientras vemos un partido de fútbol o recordamos viejos tiempos de juventud.

En una empresa, al mentiroso lo vamos a calar enseguida,
al “trepa” vamos a intentar cortarle las alas, al perezoso lo vamos a ver
arrastrando los pies por el taller, el listillo va a estar inventando excusas,
…, al constante y diligente vamos a ver que acaba los trabajos encargados, al
leal lo veremos anteponiendo los intereses de la empresa a sus propios
intereses laborales. Sería interesante visitar una entrada que se hizo hace tiempo, de lo que busca un empleador.
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El
cristiano.
El que se dice cristiano debe vivir como Cristo vivió. Es
un discípulo de Cristo.
Esto implica la adquisición de unos valores morales y una
conducta ética que en nuestros tiempos parecen una utopía. En nuestra España,
con la riqueza de una herencia cultural judeo-cristiana, entendemos con sombras
lo que significa esto. En nuestros puestos laborales lo podríamos traducir por
una conducta íntegra, honrada, fiel, … ¿Se nos ocurren más epítetos, o estamos
perdiendo esa sensibilidad espiritual?.
Aún así, resulta muy difícil el mantenimiento de tal
estilo de vida. Y preservarse limpio. Se trata de una tarea sobrehumana para la
cual nadie está capacitado.
Yo estoy en ello. Y ruego a los que me conozcan que
juzguen si estoy por buen camino o no. No pretendo haber alcanzado ese ideal
que todos tenemos en mente, pero me encamino a ello.
Filipenses 3: 13, 14.
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(Habla
el apóstol Pablo) Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más
bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar
lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que
Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
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Tengo una ayuda inestimable en esta tarea.
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Mi
garantía.
Hace tiempo conocí el evangelio. La Biblia dice que en
ese momento el Espíritu Santo entró en mi vida y comenzó una obra de
arquitectura conmigo.
Filipenses 1: 6.
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(Habla
el apóstol Pablo) Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en
vosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.
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Él se está manifestando en mi vida y está produciendo un
fruto que sale hacia fuera, para que los demás lo vean. Si antes se ha apuntado
que este comportamiento y esta actitud frente al trabajo son una tarea sobrehumana,
la asistencia sobrenatural que Dios brinda posibilita que los cristianos que se
sujetan a Él puedan vivir de esa forma.
Gálatas 5: 22, 23.
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En
cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad,
bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas
cosas.
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Y los que me conocen son los que se darán cuenta de si de
verdad estoy viviendo como discípulo de Cristo aún en medio de las
circunstancias adversas del entorno laboral. O simplemente soy otro religioso
más, practicando otra religión vacía.
Por otra parte, si estas manifestaciones se
producen en los cristianos, se trata de una prueba a todos de que Dios se acerca a las personas y nuestras circunstancias. Dios está con nosotros tendiendo su mano para que todos lo conozcamos y entablemos una
relación con Él.
Las próximas entradas analizarán cual es la influencia de
cada una de estas manifestaciones del fruto del Espíritu en las tareas
cotidianas de nuestros trabajos. Probablemente habrá referencias a mi propia
experiencia acerca de la paz, el dominio propio, el amor, …
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