La medida de un hombre.
Parece que últimamente sólo publico acerca de libros que he leído. Hoy vengo con “La medida de un hombre”, del autor Gene E. Getz.
Antes
de meterme directamente a comentar el libro, quiero hacer una reflexión acerca
de nuestra individualidad y de lo difícil que es abrirse a otras personas.
Porque tenemos miedo, que cuando descubrimos una parte de nuestro interior, nos
hacemos vulnerables y entregamos un poquito o un gran mucho de nuestra
autonomía a otra persona, que podría llegar a utilizar para mal eso que ha
conocido de mí por mi propia boca.
Hay
una disciplina espiritual que es la llamada rendición de cuentas. Es una
práctica que, bien hecha y conducida, proporciona beneficios excelentes a
quienes la practican. Das cuenta de tu vida a otra persona con la que tienes
confianza y que sabes que no te va a traicionar. Es una persona sabia,
prudente, confiable,… aunque no sea perfecta. En esa relación que se establece
entre ese mentor y el que rinde cuentas ambos crecen, ambos maduran, ambos se
apoyan, ambos son amigos que buscan el bien del otro.
Ahora
bien, puede suponer una amenaza si tienes algo que ocultar, si practicas algo
que sabes que no está bien, o si eres incongruente entre lo que piensas y lo
que haces (hipócrita). Esta disciplina es una herramienta muy eficaz para que
las personas “buenas” sigan siendo buenas, y aún más buenas cada día. Pero hay
muchos líderes de todo tipo, políticos, religiosos, sociales, comunitarios,
vecinales, influencers,… que no soportan ser evaluados y ser escrutados ni
siquiera conforme a sus propias creencias y valores.
Muchos
no soportamos ser confrontados con nuestros propios valores y creencias.
Pues
este libro va de esto. De llegar a ser un varón congruente, íntegro, pleno, que
sus valores, sus pensamientos, su visión, su vida, sus hechos, sus objetivos y
sus palabras son uno; no hay discordancia sino armonía.
Gene E. Getz.
Más información en reseñas de la editorial Clie y de Biola University.
La medida de un hombre.
Este
libro fue publicado por primera vez en inglés el año 1974 en Michigan. La copia
que acabo de leer en castellano es de 2015, con varias revisiones a sus
espaldas, por Editorial Portavoz. Son veinte capítulos, con varias secciones
cada uno de ellos, por lo que se lee muy bien sin agobios de dejar la lectura a
mitad de un capítulo y luego no recordar exactamente lo anterior.
La
intención de Getz fue la de buscar cuáles son las cualidades que hacen que un
hombre sea verdaderamente maduro. Muchos nos creemos maduros, con valores e
ideales que nos hemos forjado. Pero Getz buscaba algo sólido, algo que no
dependiera de nuestra propia experiencia subjetiva, de la elección de unos
pensamientos o patrones que nos han sido puestos delante y los cuales hemos
recibido o rechazado según conveniencias o afinidades. Incluso, aunque no lo
diga en el libro, debería ponerse en entredicho lo que otros piensan de
nosotros, aunque sea una señal para nosotros si hay tensión con lo que pensamos
de nosotros mismos. Encontró que la Biblia ofrecía unas listas con las
características que conforman y adornan a un hombre maduro. Las encontramos en
I Timoteo 3 y en Tito 1.
En un principio, estas cualidades parece que son listadas para aquellos que han de supervisar los grupos que llamamos iglesias. Sin embargo, deben estar presentes en todos los hombres y, de entre los que las poseen en una manera notable, tomar para ese servicio excelente.
Los
capítulos de este libro son:
Capítulo 1. Es un hombre de Dios.
Capítulo 2. Tiene buena reputación.
Irreprensible.
Capítulo 3. Mantiene pureza moral.
Marido de una
sola mujer.
Capítulo 4. Vive una vida equilibrada.
Moderado.
Capítulo 5. Demuestra sabiduría.
Prudente.
Capítulo 6. Hace atractiva la verdad de Dios.
Respetable.
Capítulo 7.
Comparte los
recursos.
Hospitalario.
Capítulo 8. Se comunica de forma sensible.
Apto para
enseñar.
Capítulo 9. Es moderado en tosas las cosas.
No dado al
vino.
Capítulo 10. Supera el egocentrismo.
No soberbio.
Capítulo 11. Maneja el enojo debidamente.
No iracundo.
Capítulo 12. Evita el comportamiento destructivo.
No
pendenciero.
Capítulo 13. Trata a los demás con justicia.
Amable.
Capítulo 14. Es un pacificador.
Apacible.
Capítulo 15. Es generoso.
No avaro.
Capítulo 16. Es padre a la manera de Dios.
Que gobierne
bien su casa.
Capítulo 17. Ama a Dios de todo corazón.
Amante de lo
bueno.
Capítulo 18. Es justo y recto.
Justo.
Capítulo 19. Vive una vida santa.
Santo.
Capítulo 20. Es un hombre disciplinado.
Dueño de sí
mismo.
Probablemente,
al leer el epígrafe de algunos capítulos hayas sentido la tentación de pensar
que tienen un tinte religioso. Por favor, no lo recibas en términos de
tradiciones y pensamientos de enseñanzas religiosas. Lo que Getz escribe está
muy anclado en la rutina diaria, devolviendo a la Biblia esa cotidianidad y
cercanía que la religión le ha quitado.
La
estructura de los capítulos suele ser la misma: 1) una historia personal que
ilustra el título del capítulo, 2) la presentación de una persona que ha luchado
hasta que ha logrado afianzar esa cualidad en su vida, 3) una explicación de lo
que la Biblia dice acerca de ello, 4) un plan de acción con preguntas
personales y sugerencias, 5) una preguntas para hablar y discutir con otros
hombres (aquí es donde entra lo del principio de la disciplina de la rendición
de cuentas) y 6) una meta.
Al
final de los capítulos, hay una tabla para hacer una auto-evaluación de cómo
piensas que estás en cada cualidad. Y anima a que otro hombre de confianza haga
esa evaluación de ti para luego comparar y veas más exactamente dónde te
encuentras.
Mi crítica.
Me ha encantado cómo el autor ha traducido al lenguaje del
siglo XXI lo que aquellos primeros cristianos del siglo I entendían que se les
escribió acerca del hombre maduro. Ha echado fuera las expresiones religiosas y
las ha contextualizado en nuestro aquí y ahora. Por ello, se me ha hecho tan
ameno.
En cuanto a las cualidades que ese hombre debe tener, la
explicación del autor tiene una breve base teórica e instructiva en el apartado
que asigna a la Biblia (lo cual le confiere una autoridad que viene de Dios) y
una estructura experimental (de historias y de vida que todos experimentamos)
construida sobre esa base trascendente confiriéndole atractivo para nosotros.
He visto que el autor, al dedicar esos espacios a cada
apartado, pretende más bien que nos juntemos unos cuantos hombres para crecer
juntos. La base teórica bíblica está puesta, el edificio es construido sobre
las historias que nos cuenta y la introspección con las preguntas y sugerencias
estableciendo una meta. Pero es justamente esa carencia de darnos un método y
resolvernos los problemas la que empuja al lector la compañía de otros hombres
para exprimir lo que se ha expuesto. La frase de abajo deja bien claro el
porqué:
No soy cómo yo me veo.
No soy como pienso que los demás me ven.
No soy lo que los demás ven de mí.
Soy como Dios me ve.
Recomiendo su lectura,
sabiendo que todos aplaudiremos lo que dice y lo que propone. Pero sabiendo
también que muy pocos estarán dispuestos al esfuerzo que supone madurar
plenamente en compañía de otros.